El Pocophone F1 no dejó indiferente a nadie desde el día que apareció. Para empezar por su particular nombre. Y lo segundo por suponer una agresiva oferta, ya que por apenas 300 euros te ofrecía un rendimiento y el mismo procesador que muchos modelos punteros de otras marcas, refrigeración líquida, una cámara doble bastante decente y reconocimiento facial. El peaje, el diseño: el material con el que se construyó el cuerpo era plástico, que por muy bien tratado que esté, no deja de estar al rebufo del metal o del cristal templado. Aquel teléfono nacido bajo el paraguas de Xiaomi en realidad, era una ‘startup’ india participada e impulsada por la multinacional china—, sin embargo, no ha tenido continuidad por estas latitudes —en el camino presentaron un PocoX2 para el mercado indio— en los dos años que han pasado desde su presentación hasta el día de hoy con el Poco F2 Pro.
Aunque el concepto sigue siendo el mismo, unos componentes tecnológicos y funcionalidades propias de móviles más caros, hay cosas que han cambiado. Poco ahora maneja su barca. Es una marca independiente desde principios de año. Eso no quiere decir que en países como España y otros mercados de nuestro entorno vaya a ser Xiaomi el encargado de distribuirlo. Lo mismo ocurre con Redmi. Otra cosa que ha cambiado es la naturaleza del teléfono. Ya no es un gama media al uso. Ahora mira más arriba. Y eso conlleva un incremento de precio. Eso sí, no tan grande como se especulaba. Y es que la versión más básica partirá de 549 euros.
Vuelve a apostar por el procesador de referencia de Qualcomm. El Poco F2 Pro cuenta con el Snapdragon 865 (con conectividad 5G), que vendrá complementado con seis u ocho GB de RAM LPDDR5 y memoria de 128 o 256GB con estándar UFS 3.1 (lo que asegura la máxima capacidad de escritura y de lectura del mercado). Nuevamente incluirá un sistema para evitar los picos de calor (y los consiguientes efectos) con su Liquidcool 2.0, basado en la tecnología de cámara de vapor con la que disipar el exceso de temperatura. La batería será de 4.700 mAh y tendrá carga rápida de 30W. En este caso tendremos NFC, algo que no tenía su predecesor.
En lo que se refiere al diseño nos encontramos una pantalla de bordes reducidos y, por fin, acabado de cristal templado. En este caso no tenemos ni agujero ni ‘notch’ en su parte delantera para la cámara, sino que el sensor está oculto gracias a un mecanismo de periscopio, cada vez más en desuso por las marcas que apostaron por él. El aspecto exterior recuerda, en líneas generales, al Mi 9T que Xiaomi trajo a España el último curso. Una sorpresa agradable: hay jack para auriculares. Tenemos un panel super AMOLED de 6,67 pulgadas, con hasta 1.200 nits de brillo, HDR10 y resolución Full HD+.
Una subida que no le quita atractivo
La cámara, enmarcada en un círculo en la parte trasera, estará compuesta por cuatro elementos. El principal, un sensor Sony de 64 megapíxeles, así como un gran angular de 123 grados de visión y 13 megapíxeles de resolución, una lente macro con 5 megapíxeles de resolución y un sensor dedicado a captar la profundidad. La gran sorpresa, además de sus capacidades para captar objetos y texturas con aún menor distancia, es que podrá grabar en 8K. La cámara delantera cuenta con un sensor de 20 megapíxeles.
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